Hoy, buscando inspiración para escribir, apareció él, aunque en realidad ha estado presente muchas veces en mi día, al medio día por teléfono mientras hacía trámites en el centro, en el mensaje para decirle que estaba conectada, cuando dijo que escribiera sobre él y … debo reconocerlo, muchas veces mientras contaba los días para su regreso.
No, no es mi pololo, mi marido ni mi amante. Es simplemente un amigo, esos amigos con derechos que una tiene a veces, pero éste tiene una historia ¿Se las cuento?
Desde ya advierto que no es un cuento de hadas, no llegó en un carruaje tirado por caballos y yo no caí desmayada en sus brazos. Pero sin aún conocerlo, me había encantado con pequeños detalles, palabras bonitas. Igual sabía que sería súper difícil conocerlo en persona (nota para el lector: Lo conocí vía red social, para más información sobre este tipo de contactos, lea mi columna anterior), pero las cosas a veces pasan nomás y nos encontramos, fue loco porque desde que nos saludamos, no nos separamos más en toda la noche. Y ¡qué noche! En una rápida determinación terminamos juntos en un motel (de esos sin jacuzzi), no voy a entrar en detalles de cómo lo pasamos, sólo puedo resumirlo en un ¡FANTASTICO!. También lo fue despertar con él, reírnos de nuestras caras de sueño y la despedida.
Luego de eso, la agenda de ambos (más la de él hay que decirlo) se llenó de cosas que hacer, y de vernos, ni la más mínima posibilidad, hasta que un día aceptó una invitación a almorzar. El encontró súper rico el almuerzo, para mí, un fiasco gastronómico (arroz con salchichas), ahí me di cuenta que la flor, si la hubo, había muerto. No pasaron muchos días hasta el típico “no eres tú, soy yo”, y me dijo diplomáticamente que no estaba envolá de relaciones, seguro que yo sí. Pero al menos fue súper honesto, y mantuvimos la comunicación.
Y así como que no quiere la cosa, en el contexto de conversaciones mediashornies, comenzamos a llenarnos de indirectas y planificar encuentros. Pero nuevamente, el tiempo y nuestras agendas sólo permitieron una noche más. Nunca había recorrido tantos moteles en busca de una habitación disponible, estábamos contra el tiempo. Terminamos nuestra aventura en uno de esos en que también trabajan las chicocas de celular. Pero que importaba, si estábamos en lo nuestro. Ese si fue el mejor polvo. Y la conversa de después también, conversamos de lo humano y lo divino. Con el tiempo él diría que fue algo así como de pololos. No lo sé.
Con el pasar de los días las cosas se pusieron re tontas entre los dos. El llamaba tarde y a mí me cargaba porque si quería verme, que llamara antes, varias veces apagué el celular (¡¡perra!!), con el tiempo llegó el momento en que pidió que no lo llamara más. Debo reconocer también que lo llamaba tardísimo.
Yo siempre supe que él se iría, entonces no me importaba enojarme, total así de una me dejaba de gustar, pero por más que queríamos acabar con todo, comenzábamos de nuevo a hablar. Me llamó cuando quedó sin trabajo y yo en el mío con ganas de ir a consolarlo, decirle que estaba ahí para apoyarlo. Pero era muy caída del catre, si tampoco quería mostrar la hilacha y me las di de amiga preocupada, nada más.
Y llegó el momento en que se iba de la ciudad, según el for-ever, le pedí que no perdiéramos el contacto, que “era un buen amigo”, y ahí le solté que lo quería igual su resto. Mal. “Todo lo que diga puede ser usado en mi contra”.
Así quizás con esa confesión, quizás con la distancia (aunque creo que fueron unos cuantos tragos demás) vinieron las llamadas, las palabras bonitas por MSN y uno que otro “te quiero”, que a media voz dice cuando le corto el celular. Y aquí mi más grande divagación: lo echo de menos, quiero que regrese y retomemos la aventura que nos propusimos en ese motel de mala muerte, donde lo pasamos tan bien.
No sé si quiero algo serio, no sé si quiero una aventura, sólo sé que quiero tenerlo a mi lado, con arrumacos, palabras lindas (Portman, no eres mi ejemplo a seguir, a pesar que fuiste notable con Ashton) y uno que otro paseito romántico por la playa. ¿Será mucho pedir?
Te lo dije Mr. S. esta columna no era para ti, es DE TI.
(Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)
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