Mi propio espacio para decir lo que pienso, acerca de muchas cosas ... y lo mejor, sin censura!!!

jueves, 4 de agosto de 2011

Sala de Espera (Octava Columna Oficial)

Una vez más estoy aquí, en esta sala de espera del servicio de urgencias. No, no estoy enferma; pero a la larga creo que terminaré con alguna patología digna de estudio. Entonces, se preguntará el señor lector ¿qué cresta hace ahí si no esta enferma? A lo que lógicamente me toca responder: trabajo aquí.

Realmente no es el mejor trabajo, pero debo ser agradecida, aunque mi sueldo si es reguleque, cada turno que he hecho aquí ha servido para que hoy les escriba esta columna.

No les voy a negar que cada turno es peor que el anterior, sin embargo siempre hay uno que salva, pero realmente lo interesante son las historias que he ido recopilando en esta salita olor a gripe y siempre atestada de gente. ¿comenzamos?

La mamá primeriza: esa que trae a su hijo, recién nacido, porque llora, duerme, se queja y así una larga lista de reacciones propias de un recién nacido. Pero que para esta mujer, precavida, constituye la más grave de las urgencias.

La mamá doctora: personaje que llegando el momento de mencionar los síntomas del paciente, te da un diagnóstico médico: “apendicitis”. Y te urge para que llames a la enfermera y le pasen rapidito al cabro chico so penas del infierno.

El afiebrado convulsionado: Siempre siempre es un cabro chico al que los papás dejaron que la fiebre le subiera de tal forma que llegan al estado de convulsionar. En estos casos llegan siempre con el niñito envuelto en frazadas (lo que aumenta la fiebre) y corriendo entran a la urgencia, con cara de circunstancia y sin decirte siquiera como se llama el paciente para hacerle una ficha de atención.

El marido de la embarazada: Son por lo general de clase alta y que durante todo lo que dura la atención te recuerdan que por estar embarazados tienen preferencia de atención, de pago, de ser prepotente y denostar a quien le esta prestando un servicio.

El extranjero: Con estos saque el magíster en lenguaje de señas, les preguntas en medio chileno medio tarzán, el por qué de su atención y te muestran la frente (fiebre), la guata (diarrea), mano en la boca (tos), se rasca el brazo (alergia) y así suma y sigue. Sin mencionar que también debo tener claro a cuánto está el dólar, porque no falta el pastel que no llega con peso chileno a atenderse.

H.I.: Esta sigla es de la jerga médica y viene a englobar a todos esos “pacientes” que consultan por mareos, dolor de cabeza, etc. Pero que realmente vienen por crisis de pánico y/o angustia, depresión o ingesta de medicamentos. Son los que más dan risa porque esconden sus patologías en otros síntomas.

Y he dejado para el último a mi clasificación favorita, los que me hacen tanto reir y al mismo tiempo tanto rabiar en este servicio de urgencia: el desubicado en tiempo y espacio. Este personaje, señores lectores se caracteriza por tener una enfermedad (muchas veces no es así) pero hace mucho tiempo, pero él espera hasta la madrugada para concurrir a la urgencia; encontrándonos consultas del tipo: fiebre desde la mañana (cuando el paciente es menor de 3 años me da rabia, viejas de mierda), diarrea hace 1 semana, caida con golpe en la cabeza el día anterior y, la más notable, sospecha de embarazo.

En estos casos, por lógica podrían esperar al día siguiente, total, ya aguantaron días así, pero no. Ellos llegan con total cara de enfermos, dolientes y casi moribundos a atenderse. Y salen iguales, pues no encuentran mas respuesta que una receta que siempre varia entre el ibuprofeno y el paracetamol… y qué más se puede hacer? Si el pobre cristiano ya se aguantó bastante.

Y mientras toda esta fauna espera su atención pasan frente a mi las situaciones más diversas y memorables que pueden suceder: peleas de qué niñito tiene más fiebre y por ende entrar primero, viejas llorando porque el pediatra X no le va a atender a su niñito sino el médico que viene más adelante, otras que reclaman que el servicio de urgencias deberia atender a todos rápidos pero viene a que al hijo le hagan examenes que demoran una hora o más, papás que para presionar para que le pasen rápido al niñito lo hacen vomitar o llorar en la sala de espera, viejas que te gritan porque no tienen a quien más atacar, discusiones, etc.

Pero si usted cree que eso es todo, está equivocado, porque el peor suplicio de este trabajo, es cuando “se cae el sistema”, porque lógicamente no podemos hacer el ingreso al programa que recepciona a los pacientes, por lo que hay que hacer esto a manito, con la consiguiente demora, las caras enojadas de los pacientes y la convicción de que llegando el sistema tienes que pasa toda esa pega al computador.

Es por eso, señor señorita, si usted que está leyendo, no se le ocurra trabajar en esta pega y si algún día llega al servicio a atenderse y me ve a mi trabajando, tome bien en consideración todo lo aquí leido. La advertencia está hecha.

Forever Alone: la secuela (séptima columna oficial)

Antes de comenzar a leer esta columna, queridos lectores, les advierto que ésta es una mala secuela de mi columna anterior. Así que si no la leyó, le recomiendo eche un vistazo antes de divertirse con lo que sigue.

Ya? Ahora comienzo. Después de darle vueltas y vueltas a ese afán de dejar la soltería, llegué a la siguiente conclusión: no estoy sola por que quiera, sino porque espero aun que aparezca un galán, un príncipe azul, de esos que cuando los ves en la calle, siempre siempre siempre andan con la mina regia al lado. Esos que no van a mirar jamás a esta pelirroja, metro y medio de estatura y mas bien rellenita.

Y entonces, hilando un poco más fino, recuerdo que me gustaba alguien, quien no se ajusta a ese perfil de hombre inalcanzable, es más bien terrenal, como yo. Hoy le pondremos un nombre: Fulanito de Tal. Les cuento de cuando lo conozco? Desde hace como unos 6 años, pero antes jamás me llamó la atención, además tenía polola y yo también tenía mi pololo.

Y las vueltas que da la vida, nos vinimos a encontrar años después, yo soltera y el en un dudoso estado sentimental. En su momento lo definí como “aun no olvido a mi ex que me hizo sufrir”. Obviamente y como sucede en todo orden de cosas en este siglo XXI, lo agregue a facebook y luego al msn.

Las primeras conversaciones eran ñoñas, no se po, del corte “mucha pega” o “qué estas viendo en la tele”. Eso dio paso en el corto tiempo a una confianza inmensa en él, le podía contar mis penas, mis ataos de mina, y él me aconsejaba ene. Recuerdo que una vez me dijo que no debía cambiar por nadie, sino sólo por mí.

Así, típico de mina sola, esa atención que él me prestaba me empezó a gustar y de a poco ese afecto que creía tenerle se volvió atracción. Andaba como cabra chica, esperaba que se conectara para hablar con él, y cuando estaba conectado no sabía qué decirle. Las conversaciones con webcam se demoraron súper poco, hablábamos hasta súper tarde. Era tanto que me compre una cámara nueva porque la mía daba jugo cada vez que la conectaba.

Un millón de veces le dije que saliéramos, que sería entrete vernos y que sólo así sabríamos si la atracción era real o no. Pero, porque con él siempre hay un pero, me salio con el típico “es que tu eres súper linda, pero no quiero engancharme” o algo así. Lo que me dejó claro sin palabras es que desde su última desilusión tenía mucho miedo de intentarlo.

Y acaso seré la mujer más mala del mundo? O acaso tengo fama de rompecorazones que este pobre cristiano tenia miedo hasta de fumarse un pucho en mi compañía?. Lo reconozco, tengo muchas cualidades, pero femme fatale no soy.

Igual seguíamos hablando y un día mientras me preparaba para salir estábamos conversando y le conté que mis amigas se habían echado pa atrás y que ya no sabía donde ir. En ese momento me invitó a su casa, y yo con cara de “queeee” le dije que bueno al tiro, no soy tonta tampoco. Me pasó a buscar en su camioneta y bueno, llegamos a su casa, conversamos un rato (wea mas incómoda no había vivido en harto tiempo). Cuento corto, vimos una película, luego cuando ya se hacía tarde vinieron los besos y… no, no paso nada más. Aunque debo confesar que sus besos aun los guardo frescos en mi memoria.

En este punto debo reconocer que le conté todo lo que pasó a mi mejor amiga, era que no, si el mino que me gustaba al fin después de harto rato se había escurrido. Pero no fue eso lo que mandó todo al diablo, sino que prontito se me comenzó a notar que me gustaba. A modo de ejemplo, cuando estaba cerca mío, mis neuronas quedaban en blanco, y de tan habladora y elocuente, quedaba muda, y si algo lograba decir, siempre era una estupidez máxima. El entorno en que nos desenvolvemos asumió cosas que no eran y llegaron a sus oídos comentarios de que yo hablaba de él y se molestó mucho. No sabe que jamás conté lo que les estoy confidenciando ahora, a la gente que nos conoce a los dos, sino solo a mi mejor amiga, que ni le habla ni lo conoce tanto como para molestarlo.

Luego de eso, las conversaciones no fueron las mismas, me aburría sobremanera su actitud tan tonta, su ser tan indiferente. Se lo dije muchas veces, otras tantas llegué a ser, a mi parecer, súper hiriente con él. Hasta que llegó a mis oídos, sin preguntar ni nada, que tenía polola. Realmente me sentí que todo este tiempo había sido el ser menos honesto del mundo. Deje de hablarle. Antes muerta que sencilla.

Pero el copete puede más que un enojo y termine enviándole un mensaje donde le decía el por qué de mi enojo, ahí sutilmente dejó entrever que no era cierto lo que yo decía. Tampoco lo desmintió, sino que me dijo que no tenía que creer todo lo que me dicen.

Ahora nuevamente estamos hablando, él sabe que me gusta y mucho, sabe que es muy por él que escribí mi columna anterior. Definitivamente sólo por él podría realmente dejar todos los privilegios de la soltería. No prometo nada más porque nunca sé a ciencia cierta cuando me dará un Olguita Marina.

Pero (ven que hay muchos peros con Fulanito?) creo que la forma de hacer las cosas que tengo yo no son las mismas de el chiquillo este, y difícilmente podré hacerlo cambiar de opinión. En pocas palabras, quiero dejar mi soltería sólo por él, pero no he hecho nada que me ayude. En definitiva, mientras no haga bien las cosas, seguiré estando yo en mi lugar y Fulanito por la vereda del frente.

¿Qué hacer? Piensa, Any, Piensa.